Llevo mucho tiempo leyendo maravillas de la telenovela Hercai, parece que a todo el mundo le encanta esta historia. Por eso, aunque tengo mis reticencias con la ficción turca ―hacen unas series de televisión taaaaan largas, que no me atrevo a empezarlas porque de entrada dudo de mi capacidad para resistir frente a la pantalla hasta el final― me animé a darle una oportunidad. Sin presiones de llegar al último capítulo, eso sí; me quedaré donde me tenga que quedar. Si decido desertar a la mitad, o incluso antes, lo haré sin ningún cargo de conciencia. Así lo tengo previsto y, para que conste en acta, lo dejo por escrito. 😋
No me gustan las historias que se eternizan; ni en la televisión ni, tampoco, en la literatura. Eso de las sagas y series... No va demasiado conmigo. Sin embargo, a pesar de la falta de confianza que tengo en nuestra relación a largo plazo, tengo que decir que por el momento, y en espera de que me termine cansando, coincido con la opinión general: Hercai me está enganchando.
¡Cómo disfruto ese momento de meterme en la cama, por la noche, y olvidarme de todo frente a la pantalla! Y sufrir, para sufrir, seguir sufriendo y, después, sufrir todavía un poquito más. ¡Porque mira que es intenso este guión!
No me gustan las historias que se eternizan; ni en la televisión ni, tampoco, en la literatura. Eso de las sagas y series... No va demasiado conmigo. Sin embargo, a pesar de la falta de confianza que tengo en nuestra relación a largo plazo, tengo que decir que por el momento, y en espera de que me termine cansando, coincido con la opinión general: Hercai me está enganchando.
¡Cómo disfruto ese momento de meterme en la cama, por la noche, y olvidarme de todo frente a la pantalla! Y sufrir, para sufrir, seguir sufriendo y, después, sufrir todavía un poquito más. ¡Porque mira que es intenso este guión!
Me encanta la ambientación. Los escenarios de la milenaria ciudad de Mardin tienen tanta personalidad que hacen del entorno un personaje más. Para mí, como no me caso de repetir, la atmósfera es muy importante en cualquier historia. En este sentido, una de las cosas que más me gusta de la serie es que me permite viajar a la Turquía más profunda y auténtica, con sus tradiciones y costumbres. Amé la escena de la boda; ver el ritual, los bailes... Me gusta aprender sobre otras culturas, así que ese capítulo apenas me atreví a parpadear para no perderme detalle de lo que sucedía. Por no hablar de que la historia presenta una trama de venganza entre familias en la que se interpone el amor, con lo que aquí tenemos otra reinterpretación de los eternos Romeo y Julieta. Siempre digo que Shakespeare no tenía intención de escribir una historia de amor, que lo hemos mal interpretando, pero... ¡a la porra la razón! Para mí, esta obra de teatro narra uno de mis romances imprescindibles.
Enlazando con los amantes de Verona; también me gustan muchísimo los protas. Es imposible no empatizar con Reyyan. ¿Cómo no hacerlo, cuando capítulo tras capítulo la vemos sufrir puras injusticias? En cuanto a Miran, es mi paradigma de héroe, una adrianada en toda regla. El personaje presenta a un hombre al que la vida ha obligado a colocarse una coraza de dureza, la cual se resquebraja cuando se enamora. Entonces, se vuelve todo dulzura para con su chica y es muy capaz de dar la vida por ella.
¿Me vas a decir que no responde, cien por cien, al perfil de los chicos de mis novelas?
¿Me vas a decir que no responde, cien por cien, al perfil de los chicos de mis novelas?
Además ―aunque esto ya no venga muy a cuento, me apetece decirlo― el actor encargado de darle vida también es muy mi estilo. Está lejos de cumplir con los cánones de belleza, pero tiene un puntazo raro, exótico, y un aire tan masculino que resulta ―a mí me resulta― súper sexy. Este "tienes algo, no sé qué es", que cantaría Alejandro Sanz, en un hombre me parece siempre infinitamente más irresistible que la belleza, que personalmente encuentro un poco sosa y aburridisima.
Vale, suficiente. Espera, que encierro a mis desatadas hormonas en el cuarto de al lado y ahora vuelvo.
Qué sí, que me está gustando la serie. Pero tengo que confesar que hay algo en está historia que me chirría y, particularmente en los primeros capítulos ―que son los más afectados por la pega que voy a poner― me hicieron complicado meterme en la historia y creérmela por completo. Estoy hablando del enamoramiento exprés, y bajo mi punto de vista sin ninguna justificación, de Reyyan por Miran. También el de Miran por Reyyan, esto del amor es cosa de dos. Pero, en el caso de él, el modo en que nacieron sus sentimientos por ella lo encontré ligerameeeeeente más natural. La chica, en cambio, pasa de odiarlo en su primer encuentro a ponerse celosilla cuando, al momento siguiente, cree que él ha pedido la mano de su prima.
Muchacha, ¡aclárate! ¿El hombre te moló, o no?
Entiendo que en esa situación estaba aterrada porque temía que su abuelo, como dirían mis compis del insti, la caneara si la veía llegar a casa con compañía masculina. Pero, aún así... No sé, ese modo de enamorarse, tan surgido de la nada, me resultó tan forzado como sacado de la manga. Carece de base. Estamos hablando de un señor al que la chica ha visto solo una vez y en un estado de nervios que no favorece que surgan otro tipo de sentimientos. Tampoco volvieron a hablar después de eso, porque son personajes que se mueven en un mundo marcado por unas tradiciones muy limitantes en cuanto a las relaciones entre hombres y mujeres. Así que, la verdad, el detalle me impidió meterme en situación.
Todo esto no te lo cuento porque haya decidido hacerme crítica de televisión. Para nada; todavía no me ha dado por ahí. Lo traigo a colación porque una de las críticas recurrentes que me encuentro últimamente en la mayoría de las opiniones de lectores de novelas románticas es la que se ceba con el instalove. No creo que haga falta un análisis etimológico de la palabra para entender su significado, es obvio que hace referencia a ese amor que surge de manera instantánea entre los protagonistas de la historia. Como iba diciendo, tengo la impresión de que es un concepto con tintes muy negativos. Sin embargo, si me preguntas mi opinión, te confieso que no me parece mal.
Dejando de lado una cuestión tan importante como lo es la necesidad de resumir y plantear una trama dinámica y atractiva, que muchas veces obliga a los autores a que ese amor que están narrando se precipite, el llamado instalove es un rasgo que forma parte de la fantasía romántica.
¿No encuentras fascinante la idea de toparte con una persona capaz de conseguir que tu alma y tu piel reaccionen a su cercanía de la manera más irracional? Rápido y fulminante, como si el destino te empujara a él o ella. ¿No es este uno de los principios en los que se asienta la idea del amor romántico?
Piénsalo fríamente.
Instalove fue lo que sintió Christian por Satine (Mouling Rouge). ¿Jack y Rose? (Titanic) Tú verás, si solo tuvieron un puñado de días para conocerse antes de que el barco se fuera a pique. Lo de las princesas Disney y sus príncipes es vox populi, así que mejor no abordo el tema de lo absurdo que es casarte con alguien a quien conociste solo tres días antes.
Con esto no estoy diciendo que sea realista. Pero es que la gran mayoría de las cosas que leemos en los libros, incluso en esos que no abordan temáticas de fantasía, tampoco lo son. ¿Por qué el modo en surge ese amor que nos están contando sí debería ser diferente?
No; por si no ha quedado claro, lo reitero: yo no tengo nada contra el llamado instalove. Más aún, como puedes ver, lo apoyo y defiendo. Eso sí, también creo que, como todo en esta vida, hay que hacerlo bien. Que estemos narrando una historia romántica no implica que el amor que sienten los protagonistas se justifique por sí solo, amparado en el género que trabajamos. Tendrá que tener alguna base, ¡digo yo! No olvidemos que, incluso dentro de la fantasía que estamos recreando, es de obligado cumplimiento la verosimilitud. Esta es nuestra única baza para corresponder al voto de confianza que el lector/espectador a puesto en nosotros, y en el sueño del que queremos hacerlo partícipe.
Todo esto no te lo cuento porque haya decidido hacerme crítica de televisión. Para nada; todavía no me ha dado por ahí. Lo traigo a colación porque una de las críticas recurrentes que me encuentro últimamente en la mayoría de las opiniones de lectores de novelas románticas es la que se ceba con el instalove. No creo que haga falta un análisis etimológico de la palabra para entender su significado, es obvio que hace referencia a ese amor que surge de manera instantánea entre los protagonistas de la historia. Como iba diciendo, tengo la impresión de que es un concepto con tintes muy negativos. Sin embargo, si me preguntas mi opinión, te confieso que no me parece mal.
Dejando de lado una cuestión tan importante como lo es la necesidad de resumir y plantear una trama dinámica y atractiva, que muchas veces obliga a los autores a que ese amor que están narrando se precipite, el llamado instalove es un rasgo que forma parte de la fantasía romántica.
¿No encuentras fascinante la idea de toparte con una persona capaz de conseguir que tu alma y tu piel reaccionen a su cercanía de la manera más irracional? Rápido y fulminante, como si el destino te empujara a él o ella. ¿No es este uno de los principios en los que se asienta la idea del amor romántico?
Piénsalo fríamente.
Instalove fue lo que sintió Christian por Satine (Mouling Rouge). ¿Jack y Rose? (Titanic) Tú verás, si solo tuvieron un puñado de días para conocerse antes de que el barco se fuera a pique. Lo de las princesas Disney y sus príncipes es vox populi, así que mejor no abordo el tema de lo absurdo que es casarte con alguien a quien conociste solo tres días antes.
Con esto no estoy diciendo que sea realista. Pero es que la gran mayoría de las cosas que leemos en los libros, incluso en esos que no abordan temáticas de fantasía, tampoco lo son. ¿Por qué el modo en surge ese amor que nos están contando sí debería ser diferente?
No; por si no ha quedado claro, lo reitero: yo no tengo nada contra el llamado instalove. Más aún, como puedes ver, lo apoyo y defiendo. Eso sí, también creo que, como todo en esta vida, hay que hacerlo bien. Que estemos narrando una historia romántica no implica que el amor que sienten los protagonistas se justifique por sí solo, amparado en el género que trabajamos. Tendrá que tener alguna base, ¡digo yo! No olvidemos que, incluso dentro de la fantasía que estamos recreando, es de obligado cumplimiento la verosimilitud. Esta es nuestra única baza para corresponder al voto de confianza que el lector/espectador a puesto en nosotros, y en el sueño del que queremos hacerlo partícipe.