Tus alaridos de hiena me despiertan
antes de que el sol lo haga.
Tironeas de mis mantas
cuando aún es madrugada.
Indolente y despiadado
me desvelas de mi ensueño.
Voy de brazos de Romeo
a la boca del infierno.
No me escuchas, ni te importa,
si te ruego entre bostezos:
"Otro rato, ¡Otro ratitoooo!"
Quieres obediencia al momento.
Analógico demonio,
¡cruel tirano del tiempo!
Imagino que lo sabes,
pero igual te lo digo
porque me sale de dentro.
Te odio con toda mi alma.
Con mis entrañas te detesto.
Si no fueras un mal necesario
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