miércoles, 2 de junio de 2021

Qué nos llueva (poema)

 Pues que nos llueva, ¡y mucho!
Y que vean que nos mojamos
pa' que se mueran de envidia
estos peces de secano.

Que nos llueva, que tú y yo
iremos de la mano
corriendo por las calles
sin reparar en los charcos.

Que caiga el diluvio,
que no buscaremos
lugar donde refugiarnos.

Protegerse del agua 
es cosa de cuerdos.
Y tú y yo tan locos estamos 
que, entre tanto donde elegir,
fuimos a elegir amarnos.



lunes, 17 de mayo de 2021

Inspiración ♥ (o mi eterna obsesion con Romeo y Julieta)

Sí, ya sé que llevo meses desaparecida. Concretamente dos, porque creo que mi última (ahora penúltima) entrada es de mediados de marzo. Cuando aún hacía frío y podía una acurrucarse bajo la mantita para leer y ver series. ¡Ay, invierno! Aún no llega el verano y ya te estoy echando de menos 😔.
Pero bueno, afrontemos la estación. Más que nada porque no hay otra; no es como si se pudieran saltar meses a capricho. Tenemos que vivirlos todos y, oye, eso tampoco es malo sino todo lo contrario.
En fin, vamos al lío; que sigo con mi manía de enrollarme como una persiana. 
Este tiempo en el que he estado sin dar señales de vida no ha sido para nada improductivo. De hecho, el caso es justo el opuesto; he estado trabajando a destajo, escribiendo y disfrutando muchísimo con ello. ¡Y he acabado una novela!
¡Aplausos, por favor! Y vamos a lanzar serpentina también, que me hace ilusión 😋.
La concluí hace una semana, y ahora estoy con un nuevo proyecto que me hace muchísima ilusión. Uno que, si consigo llevarlo a puerto, sé que se convertirá en una de esas historias especiales para mí como autora. Estoy convencida porque tiene una influencia super importante para esta romántica tonta que te escribe.
La magia de las novelas, de las películas... de las historias, en general, reside en que aquellas que nos gustan muchísimo nos hacen suyos; se quedan en el alma y ya jamás nos abandonan. Nunca nos cansaremos de ellas. Una de mis inolvidables es (aquí viene la sorpresa, porque no lo he dicho nunca; ¡qué va! 🙄) Romeo y Julieta. Y, bueno, los archiconocidos amantes de Verona son la influencia directa del par que me están contando su historia en este momento para que la ponga en el papel. Aunque a ellos les aguarda un final infinitamente más feliz que a sus referentes, de eso me ocupo yo. Que soy dramática, pero no trágica.
La inspiración me ha llegado de improviso, aunque supongo que era de esperarse. Llevo meses obsesionada (o retomando mi obsesión, mejor dicho) con la que es mi adaptación favorita del clásico de Shakespeare. Un musical francés de 2001 que se titula Romeo et Juliette: de la haine a l'amour. 
Me encanta. ¡LO-A-MO! Ha sido así desde hace años, cuando lo descubrí siendo una adolescente. No sé por qué desde principios de este 2021 me he vuelto a sumergir en él con la intensidad de aquellos tiempos mozos míos. Será porque se cumple el veinte aniversario del show y está de celebración. Ahí donde lo ves, esto en el país galo fue un fenómeno que estuvo a la altura de los UPA Dance aquí 🤣. No es exageración ni broma, estoy diciendo una realidad. 
Y como es parte de mi vida, mención especial en mi particular imaginario romántico, me apetece mucho sumarme a los festejos. Así que pongo mi particular granito de arena y esta entrada va dedicada a mis Romeo y Julieta que cantan en francés. Y a todos esos detalles por los que los prefiero a ellos sobre los demás.
Lo pongo en plan lista, que queda menos emotivo pero mucho más claro: 

Cécilia Cara y Damien Sargue como Romeo y Julieta
en el musical Romeo et Juliette: de la haine a l'amor.
No pueden ser más guapos, ni más intensos.

 
Es un musical
Esto ya es un buen punto para ganarse mi corazón. ¿No crees que los números musicales agregan un extra de magia a las historias? Por favor, no me vengas con que eres una de esas personas (extrañas y grises) que no entienden que los personajes estén hablando y, de buenas a primeras, se pongan a cantar y bailar. Ni que todos alrededor dejen de hacer lo que estaban haciendo para seguirles el rollo con la coreografía y los coros. A ver, que lo respeto, eh; convivo con alguien que es así. Pero... si no te gusta el musical... ¡No sabes lo que te pierdes! 
La música es el mejor canal de comunicación emocional que existe. Cuando acompaña a la palabra, esta se abre paso para llegar al corazón más rápido y se clava más profundo. La alegría, la tristeza, el amor... Todas las emociones vibran con más intensidad al amparo de unos buenos acordes.

La puesta en escena es súper visual
Otro detalle que también me encanta es el uso del color para diferenciar a los Capuleto (rojo) de los Montesco (azul). De este modo, el publico sabe en todo momento quién es quien sobre la escena; quienes pertenecen a un clan y quienes al otro. Esto es fácil de identificar con los personajes relevantes, pero al hablar de los figurantes estaríamos perdidos de no ser por este distintivo. Teniendo en cuenta que ambas familias pasan toda la obra peleando, un recurso aparentemente tan simple es de gran ayuda. Por no hablar de que sirve como elemento divisor, separando aún más a las casas de nuestros trágicos amantes. 
Por otro lado, la muerte aparece personificada. No habla, por supuesto, incluso podríamos decir que no interactúa con los personajes. Pero los asedia, está presente en todo momento y conecta al espectador con el mensaje que Shakespeare quiere transmitir en esta historia. Yo soy de las románticas, pero sé que el poeta inglés se enfadaría conmigo si supiera la interpretación que me gusta hacer de este trabajo suyo en concreto.

La reinterpretación del personaje de Romeo
Mi adaptación favorita esta protagonizada por el que es, también, el Romeo que más me gusta de todos. Y no lo digo solo porque Damien Sargue sea uno de los chicos más guapos que he visto en toda mi vida, que lo es (lo siento muchísimo DiCaprio, pero el título del más guapo de Verona te lo han quitado). Lo que pasa es que aquí el personaje presenta un matiz más heroico que el que encontramos en el texto original. Para empezar, no existe ninguna Rosalina, por lo que él no aparece como el chico voluble que cambia sus sentimientos (que juraba que eran sinceros, pero a la vista está que tenían menos profundidad que un charco) en el mismo segundo en que conoce a Julieta. 
Hago un inciso para darte un consejo: jamás te fíes de alguien que varía sus sentimientos con tanta facilidad. ¡Nunca!
El Romeo de Shakespeare es un jovenzuelo inmaduro, enamoradizo y muy Dramaking. En este musical, aunque se sigue presentando a un muchacho muy joven (Damien tenía solo 17 años cuando interpretó el papel por primera vez, aunque no lo parezca; ¡madre de Dios, cómo estaba el niño!) es alguien mucho más centrado. Es consciente del mundo que le rodea y de las consecuencias que podría llegar enfrentar por su modo de vida. 

Teobaldo enamorado de Julieta
Y esto no es un punto, ¡es un señor puntazo!
Que me disculpe don William, que no son ganas de enmendarle la plana ni mucho menos. Shakespeare es The King; así, sin más. Aún así, que no se le ocurriese llevar una trama en la que Teobaldo estuviera enamorado de su prima Julieta... ¡Eso es un fallo que se solucionó gracias a este musical!
Hala, ya está; ya lo he dicho. Que me lapiden los puristas, pero este cambio respecto al original me parece genial y, de hecho, muchas pelis posteriores han seguido esta línea al versionar la obra. Por ejemplo, la adaptación de 2013 protagonizada por Hailee Steinfeld y Douglas Booth. O la miniserie que hizo Telecinco hace unos años, con Martiño Rivas y Alessandra Mastronardi como los jóvenes (sí, jovencísimos; pero no adolescentes, que es lo reclaman ambos papeles 😒) amantes.
La verdad es que a mí este Teobaldo me gusta muchísimo, quizás porque también se nos permite conocerlo más en profundidad de lo que usualmente nos dejan hacerlo. Tiene dos solos, dos canciones, en las que habla de su vida, de cómo se siente, y la verdad es que da bastante pena y resulta imposible no empatizar con él. 
Me encanta este Teobaldo, ¡y no me he dado cuenta hasta que me he puesto a escribir esta entrada😱! 

Toda Verona está al tanto del amor de Romeo y Julieta:
Algo de este musical que me resulta muy curioso es que, aquí, parece que desde el principio todo el mundo está al tanto de que Romeo y Julieta se gustan y hay algo entre ellos. Los rumores corren por las calles y, obviamente, eso no gusta ni a los Capuleto ni a los Montesco. De este modo se produce un choque, no ya entre clanes sino de los propios protagonistas con su gente. A Julieta no la vemos en esta situación, pero Romeo si aparece en escena siendo cuestionados por los suyos. Incluso Mercucio y su primo Benvolio, sus amigos del alma, lo increpan y lo intentan forzar a olvidar sus sentimientos. 
De este modo se refuerza el concepto del amor prohibido y este se convierte en detonante del duelo entre Teobaldo y Mercucio que origina la tragedia, añadiendo una dimensión más emocional y humana al enfrentamiento. 

La despedida de Julieta
El final del musical es el que todos conocemos, el mismo que en la obra de teatro. No te hagas ilusiones, esto no es Disney. Aquí Romeo, por muy maduro que sea, sigue con su vena Dramaking y se lanza de cabeza al suicidio. También es rápido en la ejecución, el jodio, y no se espera para tomarse el veneno el tiempo suficiente hasta ver despertar a su amada. 
Por favor, ¡con la fácil que habría sido evitar la tragedia! Es que, cada vez que lo pienso, me pongo malísima. 
Anda, hijo de mi vida, que ya te podías haber quedado contemplándola un ratito más que para eso te parecía guapísima. ¡No veas el disgusto que nos habrías ahorrado!
Nos volvemos a quedar sin huida de los enamorados a lomos de un caballo blanco bajo los primeros rayos del amanecer (siempre los imagino así, en mi mente la historia termina de este modo 💖). Pero, a cambio, tenemos un solo de Julieta que nos hace llorar con más amargura (ya te digo que, a mí, cualquier palabra cantada me llega el doble; así que te puedes imaginar que clase de fuente soy en este momento). La canción tiene unos versos muy bellos, muy sentidos y también muy heavies. En un par de momentos Julieta se dirige al público, a nosotros, y nos dice que no sintamos pena por ella; es ella quien la siente al mirarnos, pues ve a gente que no sabe de amor. 
¡Bueno! Me voy a echar a llorar recordándolo. ¡Soy una ñoña!

Puedo seguir dando motivos, soy muy capaz de extender la lista hasta el infinito y más allá. Pero, al final, todos ellos se unifican en una idea: este musical es muy especial para mí, tiene un gran valor sentimental. Durante una época de mi vida estuve completamente obsesionada con él y, repito, vuelvo a las andadas. Damien Sargue y Cécilia Cara siempre me han regalado buenas dosis de inspiración a la hora de entrar en el mood adecuado para escribir escenas románticas. Ahora, con más motivos. 
El musical, como he dicho, fue un exitazo y ha tenido réplicas en medio mundo. Una que también fue muy buena (de hecho supera al francés en muchos aspectos, aunque mi amor incondicional lo mantenga en la cúspide del olimpo de mis preferencias) es el italiano. Si ya es un plus de magia oír a Romeo y Julieta en su idioma, la puesta en escena es maravillosa y el elenco fabuloso. Soy super fan del príncipe Escalo, Mercucio y Teobaldo (¡actorazos!, dan un matiz muy personal a sus personajes y los llevan al límite de un modo que ralla la locura); les roban el show a Romeo y Julieta por completo. Aunque estos también hacen una pareja muy cuqui y bastante más apasionada que sus homólogos franceses. ¡Menudos agarrones se dan en pleno escenario, Jesús bendito! Y qué besos 💞.




Damien y Cécilia eran mucho más modositos, que aún no habían cumplido la mayoría de edad y los responsables del espectáculo no querían problemas. Pero me encanta la pasión que derrochan estos dos.  
Bueno, pues creo que ha quedado claro que me maravilla este espectáculo, ¿no? Así que, si tienes ocasión de verlo... ¡Pues lo ves, leches! No te lo puedes perder. 
Yo hago un llamamiento, a ver hay algún productor que lo traiga a la escena española. Porque sí, el musical se ha representado en medio mundo; pero aquí, en España, no. ¡Ya es mala suerte 😔!

viernes, 12 de marzo de 2021

Mi peor paso (poema)

Fuiste mi peor paso;
el que me llevó a
dar de bruces en el suelo.
Ese que arrastró mi nombre
de una boca a otra,
despellejado en la grava
de la moral de cemento.

Fuiste mi peor paso
pero, a decir verdad,
como un error no te cuento.
Porque, si contigo fui feliz,
¿qué pudo estar mal?
Y, si acaso me dañaste,
no lo recuerdo.

Ando poco inspirada. Esto es lo mejor que ha salido 🤷‍♀️.




 

sábado, 27 de febrero de 2021

Ser romántico: ¿una enfermedad que se cura con el tiempo?

Dicen que así sucede con la juventud. Solo tienes que esperar unos añitos y, oye, se te pasa 😛. Pero el ser romántico,  idealista, contestatario... Son rasgos que se suelen asociar a esa etapa de la vida en que los años aún no se nos han acumulado lo bastante para comenzar a pesarnos. Así que, ¿debemos asumir que también se quedan en la adolescencia o nuestros primeros veinte?
Ufff... He comenzado el post en un plan melancólico-depre, ¿no? ¡Ay! Perdón,  es que hace nada he cumplido años 😅. Aunque lo que me ha llevado a formularme la pregunta que da título a esta entrada no ha sido la nueva castaña que me ha caído encima, sino la serie/telenovela que estoy viendo actualmente. 
Sí; he comenzado el año de enganchada a la ficción televisiva total. Así ando, que de escribir poco. Me la paso sentada frente a la pantalla, y no la del ordenador precisamente🤦‍♀️. Luego... ¡A ver si soy capaz de quejarme!
En fin, la serie que me tiene convertida en una desertora de la escritura (hoy por hoy) es esta: 



Love in Chains, o Encadenada, como la han traducido en España, es una teleserie ucraniana que despertó mi interés desde las primeras promos que se revelaron de ella en mi país. Eran bieeeeen intensitas y, claro, ya se sabe que a mí un amor sufridísimo... Pues eso, que me mola horrores. ¿Para qué vamos a reír cuando podemos llorar amargamente 😛?
Es para matarme, lo sé. Pero así soy yo.
Bien, pues en la primera semana me bebí los 24 capis de la primera temporada. De modo que sí: me estaba gustando mucho. En su comienzo me pareció una maravillosa producción, con una historia sólida que recuerda mucho a las novelas clásicas y contaba, además, con una ambientación que reproduce bastante bien la época en la que transcurre la acción. ¡Oh! ¡Qué gustazo ver una producción histórica bien contextualizada! La historiadora que vive en mi interior, aplastada por el desempleo,  dio palmas con las orejas de pura satisfacción.
¿Sobre el argumento? Pues durante la mayor parte de la primera temporada se nos presenta la historia de amor (¿imposible?) de Katerina, una sierva criada como una dama por su señora, y Aleksey, un joven de familia noble pero venida a menos.  Una relación marcada como prohibida desde sus cimientos que, por si fuera poco,  deberá sortear un plus de obstáculos cuando Grigori, hijo de la señora de Katerina, vuelva al hogar familiar y se prende de la muchacha. 
En el siglo XIX ya había especímenes a los que les costaba entender que cuando una mujer dice 《no》 lo que quiere decir es justamente eso: 《no》, y punto. 
Vale; pues todo muy bien, muy bonito y decimonónico. El tipo de serie que a mis 15 años habría disfrutado como una loca. Porque mira que me gustaba a mí un vestidazo de estos que llevan las mujeres de Encadena en mis años mozos. ¡Con el agobio que me generan ahora solo de imaginarme dentro de uno! Y mi opinión sobre corsés y demás parafernalia no es lo único que ha cambiado en estos años. Creo (y esto es algo de lo que me he dado cuenta viendo esta serie) que mi idea del amor romántico también lo ha hecho. A eso, precisamente, viene el que esté ahora escribiendo esta entrada. 


La verdad es que la parejita protagonista (o eso parecía que eran durante casi toda la primera temporada, repito) de este romance me puso un poquito de los nervios. Concretamente, era Aleksey quien me los alteraba. 
A Katerina la toleré más. Ella tiene solo 18 años (aunque, aquí entre nosotros y sin ánimo de ser criticona, la niña aparenta muchos más) y su edad, y la educación que tuvo como mujer en la época que le tocó vivir, justifican que a veces fuera un poco boba. Además, conforme avanza la trama descubre cosas que la hacen entender que ha vivido engañada. Su lucha no es solo por amor, sino por justicia hacia sí misma. No tiene por qué ser considerada hacia nadie más. Aleksey, en cambio...
Primero cabe destacar que el chico se enamora desesperadamente de Katerina en un primer encuentro pasado por agua (llovía a mares, ¡cómo mola! 🥰). Y vale, me parece bien; si yo ya he dicho que soy muy pro instalove. Me encantaría conocer a un señor y, en cinco minutos  o menos, tener la absoluta certeza de que ¡oh! ¡Es él! Lo veo improbable y poco sensato, pero la ficción es sueño. ¡Soñemos pues! Lo que ocurre es que este mozuelo ya estaba loca y ardientemente enamorado de otra mujer, una muchacha de nombre Natalia, antes de conocer a nuestra Katia. Llámame quisquillosa, pero el dato no dice mucho en favor del calado de los sentimientos del chaval. 
Por otro lado,  el jovenzuelos tiene la manía de acudir al casino para solucionar cualquier problema monetario que se le presente con una partida de cartas. ¡Gracias a Dios que tiene suerte! Con los naipes y en la vida, en general. Porque aún cuando pierde topa con buena gente que se resiste a dejarlo en la miseria. De lo contrario, este habría arruinado a su familia. De hecho, llegué a creer poderosamente que en algún momento de la novela terminaría haciéndolo🥴. Solo la benevolencia del equipo de guionistas podría evitar la ruina a los Kosak.
Aleksey es un enamorado capaz de todo por la mujer que ama. Un hombre de honor, además. Tiene los ingredientes para ser un personaje del que me habría enamorado hasta la médula en mi adolescencia. Y, sin embargo, la Adriana que soy ahora se la pasó reprendiéndolo cada vez que salía en pantalla, como si fuera uno de mis alumnos de primaria.
No puedo evitar pensar en lo egoísta que fue, en como arrastró a los suyos en su empeño de casarse con una sierva, condenadolos a ser parias sociales. Siempre defenderé el amor, pero el de este chico es uno que trae la tragedia a su casa, y él ni siquiera parecía mortificado por ello. 
Lo curioso de todo esto es que su perfil es muy parecido al de Romeo. Este también amaba a Rosalina y cambio su corazón nada más ver a Julieta. Y sobre lo de ir contra su familia... En realidad,  el tema familiar lo considero muy diferente al de Aleksey. Lo demás sí es parecido.
¿Por qué adoro a uno, en cambio, mientras que al otro lo censuro? ¿Será porque a Romeo lo conocí siendo adolescente? ¿Fue entonces cuando me formé la imagen de él, y por eso lo perdono? ¡¿Será que ahora soy mucho menos romántica de lo que lo fui en mis años mozos?! 
Si esta es la respuesta, me daría un poco de pena, la verdad.  Aunque crecer es algo inevitable, todos terminamos haciéndolo. Pero voy a luchar por conservar y cultivar lo que queda en mí de la muchacha que fui. Creo que lo peor que podemos hacer es perder nuestra esencia 😉.

MOMENTO SPOILER 
(Si sigues leyendo a partir de aquí, será bajo tú responsabilidad).

Habrás observado que, a lo largo de esta entrada, he aludido varias veces a que la opinión que expresó se refiere únicamente a la primera temporada de la serie. Esto se debe a que Aleksey, protagonista casi en exclusiva del post, muere al final del capítulo 19, de 24 que conforman esta primera entrega de Encadenada 🤷‍♀️.

martes, 16 de febrero de 2021

Nos ahogaremos juntos (poema)

 Y, si todo sale mal, más.
Si es en lo malo, con más motivo.
Si ves que las olas 
te arrastran al fondo
no sueltes mi mano,
recuerda que estoy dispuesta 
a hundirme contigo. 

Porque dejar de respirar
no me dará pena,
ni me inspiran temor 
los monstruos marinos. 
Nos ahogaremos, juntos,
y será nuestro hogar
cualquier barco hundido.