Dicen que así sucede con la juventud. Solo tienes que esperar unos añitos y, oye, se te pasa 😛. Pero el ser romántico, idealista, contestatario... Son rasgos que se suelen asociar a esa etapa de la vida en que los años aún no se nos han acumulado lo bastante para comenzar a pesarnos. Así que, ¿debemos asumir que también se quedan en la adolescencia o nuestros primeros veinte?
Ufff... He comenzado el post en un plan melancólico-depre, ¿no? ¡Ay! Perdón, es que hace nada he cumplido años 😅. Aunque lo que me ha llevado a formularme la pregunta que da título a esta entrada no ha sido la nueva castaña que me ha caído encima, sino la serie/telenovela que estoy viendo actualmente.
Sí; he comenzado el año de enganchada a la ficción televisiva total. Así ando, que de escribir poco. Me la paso sentada frente a la pantalla, y no la del ordenador precisamente🤦♀️. Luego... ¡A ver si soy capaz de quejarme!
En fin, la serie que me tiene convertida en una desertora de la escritura (hoy por hoy) es esta:
Love in Chains, o Encadenada, como la han traducido en España, es una teleserie ucraniana que despertó mi interés desde las primeras promos que se revelaron de ella en mi país. Eran bieeeeen intensitas y, claro, ya se sabe que a mí un amor sufridísimo... Pues eso, que me mola horrores. ¿Para qué vamos a reír cuando podemos llorar amargamente 😛?
Es para matarme, lo sé. Pero así soy yo.
Bien, pues en la primera semana me bebí los 24 capis de la primera temporada. De modo que sí: me estaba gustando mucho. En su comienzo me pareció una maravillosa producción, con una historia sólida que recuerda mucho a las novelas clásicas y contaba, además, con una ambientación que reproduce bastante bien la época en la que transcurre la acción. ¡Oh! ¡Qué gustazo ver una producción histórica bien contextualizada! La historiadora que vive en mi interior, aplastada por el desempleo, dio palmas con las orejas de pura satisfacción.
¿Sobre el argumento? Pues durante la mayor parte de la primera temporada se nos presenta la historia de amor (¿imposible?) de Katerina, una sierva criada como una dama por su señora, y Aleksey, un joven de familia noble pero venida a menos. Una relación marcada como prohibida desde sus cimientos que, por si fuera poco, deberá sortear un plus de obstáculos cuando Grigori, hijo de la señora de Katerina, vuelva al hogar familiar y se prende de la muchacha.
En el siglo XIX ya había especímenes a los que les costaba entender que cuando una mujer dice 《no》 lo que quiere decir es justamente eso: 《no》, y punto.
Vale; pues todo muy bien, muy bonito y decimonónico. El tipo de serie que a mis 15 años habría disfrutado como una loca. Porque mira que me gustaba a mí un vestidazo de estos que llevan las mujeres de Encadena en mis años mozos. ¡Con el agobio que me generan ahora solo de imaginarme dentro de uno! Y mi opinión sobre corsés y demás parafernalia no es lo único que ha cambiado en estos años. Creo (y esto es algo de lo que me he dado cuenta viendo esta serie) que mi idea del amor romántico también lo ha hecho. A eso, precisamente, viene el que esté ahora escribiendo esta entrada.
La verdad es que la parejita protagonista (o eso parecía que eran durante casi toda la primera temporada, repito) de este romance me puso un poquito de los nervios. Concretamente, era Aleksey quien me los alteraba.
A Katerina la toleré más. Ella tiene solo 18 años (aunque, aquí entre nosotros y sin ánimo de ser criticona, la niña aparenta muchos más) y su edad, y la educación que tuvo como mujer en la época que le tocó vivir, justifican que a veces fuera un poco boba. Además, conforme avanza la trama descubre cosas que la hacen entender que ha vivido engañada. Su lucha no es solo por amor, sino por justicia hacia sí misma. No tiene por qué ser considerada hacia nadie más. Aleksey, en cambio...
Primero cabe destacar que el chico se enamora desesperadamente de Katerina en un primer encuentro pasado por agua (llovía a mares, ¡cómo mola! 🥰). Y vale, me parece bien; si yo ya he dicho que soy muy pro instalove. Me encantaría conocer a un señor y, en cinco minutos o menos, tener la absoluta certeza de que ¡oh! ¡Es él! Lo veo improbable y poco sensato, pero la ficción es sueño. ¡Soñemos pues! Lo que ocurre es que este mozuelo ya estaba loca y ardientemente enamorado de otra mujer, una muchacha de nombre Natalia, antes de conocer a nuestra Katia. Llámame quisquillosa, pero el dato no dice mucho en favor del calado de los sentimientos del chaval.
Por otro lado, el jovenzuelos tiene la manía de acudir al casino para solucionar cualquier problema monetario que se le presente con una partida de cartas. ¡Gracias a Dios que tiene suerte! Con los naipes y en la vida, en general. Porque aún cuando pierde topa con buena gente que se resiste a dejarlo en la miseria. De lo contrario, este habría arruinado a su familia. De hecho, llegué a creer poderosamente que en algún momento de la novela terminaría haciéndolo🥴. Solo la benevolencia del equipo de guionistas podría evitar la ruina a los Kosak.
Aleksey es un enamorado capaz de todo por la mujer que ama. Un hombre de honor, además. Tiene los ingredientes para ser un personaje del que me habría enamorado hasta la médula en mi adolescencia. Y, sin embargo, la Adriana que soy ahora se la pasó reprendiéndolo cada vez que salía en pantalla, como si fuera uno de mis alumnos de primaria.
No puedo evitar pensar en lo egoísta que fue, en como arrastró a los suyos en su empeño de casarse con una sierva, condenadolos a ser parias sociales. Siempre defenderé el amor, pero el de este chico es uno que trae la tragedia a su casa, y él ni siquiera parecía mortificado por ello.
Lo curioso de todo esto es que su perfil es muy parecido al de Romeo. Este también amaba a Rosalina y cambio su corazón nada más ver a Julieta. Y sobre lo de ir contra su familia... En realidad, el tema familiar lo considero muy diferente al de Aleksey. Lo demás sí es parecido.
¿Por qué adoro a uno, en cambio, mientras que al otro lo censuro? ¿Será porque a Romeo lo conocí siendo adolescente? ¿Fue entonces cuando me formé la imagen de él, y por eso lo perdono? ¡¿Será que ahora soy mucho menos romántica de lo que lo fui en mis años mozos?!
Si esta es la respuesta, me daría un poco de pena, la verdad. Aunque crecer es algo inevitable, todos terminamos haciéndolo. Pero voy a luchar por conservar y cultivar lo que queda en mí de la muchacha que fui. Creo que lo peor que podemos hacer es perder nuestra esencia 😉.
MOMENTO SPOILER
(Si sigues leyendo a partir de aquí, será bajo tú responsabilidad).
Habrás observado que, a lo largo de esta entrada, he aludido varias veces a que la opinión que expresó se refiere únicamente a la primera temporada de la serie. Esto se debe a que Aleksey, protagonista casi en exclusiva del post, muere al final del capítulo 19, de 24 que conforman esta primera entrega de Encadenada 🤷♀️.
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