lunes, 19 de febrero de 2018

Cuando menos lo esperaba

Había agotado mi última oportunidad. Así lo sentía esta misma mañana, cuando tomé la decisión de dejarme de fantasías y poner los pies en el suelo.
No iba a abandonar la escritura, eso nunca podría hacerlo. Inventar historias forma parte de mí y pocas cosas me satisfacen tanto como darles forma sobre el papel. Pero si renunciaría a la ambición de compartirlas con otra gente. Convertirme en escritora volvía a parecerme algo tan lejano como aquella época en la que todavía me veía capaz de conseguir cualquier cosa que me propusiera.
Pero entonces ocurrió. Como si estuviese dentro de una novela los astros se alinearon para ofrecerme lo que más deseo justo cuando ya lo había dado por perdido.
Mi móvil sonó anunciando la llegada de un e-mail a mi bandeja de entrada y, en ese momento, la palabra sueño matizó su significado para dejar de ser la estrella lejana que se vislumbra en la noche y convertirse en algo más cercano, de sabor más dulce.
Demasiado poético, lo sé. Pero cuando me pongo emotiva me gana la vena literaria, y la ocasión merece todo el azúcar que quiera ponerle. Hoy respetaré la dieta menos que nunca porque, después de muchos años, me han comunicado que voy a publicar la que será mi segunda novela. Al igual que la protagonista, mi queridísima Berta, yo también me siento Cenicienta.


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