Cuando leo cuentos de hadas a mis hijos por las noches, siempre estoy cambiando los finales. Siempre, siempre, siempre, siempre. Que le jodan a Cenicienta, a la Bella Durmiente y a todas las demás. Hay mucho machismo en estas historias y eso puede tener un efecto en la forna en la que los niños ven el mundo. Si no tienes cuidado, empiezan a pensar: "ah, entonces los hombres deciden todo".
Así de a gusto se ha quedado la actriz Penélope cruz en unas declaraciones hechas a la revista Porter Edit. Al parecer, la madrileña ha llegado a la nunca antes formulada conclusión de que los cuentos clásicos tiene, por definición, un trasfondo machista. Le ha costado entenderlo, todo hay que decirlo, porque Pe ya tiene más de cuarenta años y en mi retina aún guardo su imagen dando vida a Bella, de La Bella y la Bestia, en una serie de fotos en la que famosos interpretaban a personajes Disney.
¡Ay! Si es que hay que leer más, mujer. ¿O, quizás, con un suculento contrato de por medio, las cosas se ven de un modo menos radical?
¡No! Seguro que no. ¿Cómo puedes ser tan mal pensada, Adriana?
Yo, al contrario que nuestra actriz más intarnacional, amo los cuentos. Lo mismo esos de amores, tan demonizados hoy en día, que los que tienen tramas sin componentes románticos, que parece que están mejor vistos. Debe ser que abandonar a un hijo en el campo, como hicieron al pobre Pulgarcito, es menos reprochable que el que un príncipe rompa el hechizo de la bruja con un beso de amor verdadero. Ironías a parte, estas historias me resultan entrañables ya que van unidas a mi niñez, la cual llenaron de magia y fantasía, y encuentro en ellas un gran valor educativo. Soy licenciada en Historia y el contacto con esta literatura sencilla y de siempre me facilitó mucho el camino en la universidad, pues llegué a ella con una buena base de conocimiento sobre como vivía y pensaba la gente en épocas pasadas. Porque sí, mis padre se cuidaron mucho de hacerme entender que todo eso que leía en mis preciosos libros ilustrados ocurrió "hace mucho, mucho tiempo". Seguramente por eso me pongo las manos en la cabeza cada vez que llega el 8 de marzo y las seños (terminé en este gremio pese a que mis estudios me llevaban a otra parada, cosas de la crisis) recurrimos a la manida actividad de coger a Blancanives y convertirla en Wonder Woman. A ella y a sus compañeras de princeseo. Revisiones de los clásicos en los que, además, para ensalzar a la figura femenina se suele arrastrar por el lodo la masculina. El príncipe encantador, y sus camaradas, quedan reducidos a un atajo de lerdos. Que no digo yo que alguno no lo fuera, pero de ahí a generalizar...
Muy impopular lo que estoy diciendo, lo sé. Pero espero que se me entienda. Soy mujer y estoy muy sensibilizada con la necesidad de llegar a un estado de igualdad real con los hombres. Algo que aún no existe y en lo que considero que hemos involucionado en las últimas décadas. Solo digo que la raíz del problema no son los cuentos de hadas ni el amor romántico. El origen del problema es mucho más profundo que esto. No está en textos antiguos, que podemos criticar por arcaicos, de acuerdo, pero que son reflejo de la mentalidad de su época y, como tal, se debe valorar y respetar. No hagamos de nuestra realidad una copia de la recreada en la novela 1984, aniquilando cualquier testimonio cultural que no favorezca nuestros intereses. Eso es propio de civilizaciones bárbaras y quiero creer que no lo somos, aunque a diario las noticias se empeñen en desmentirme.
El verdadero problema está en que hoy se siguen reproduciendo esquemas y comportamientos machistas y vejatorios para el género femenino en obras actuales que llegan, y son particularmente populares, entre los jóvenes. Y, para muestra, te recomiendo que pidas a tus hijos, sobrinos o primos una copia de su Play List.
Ahí, en mi modesta opinión, está la verdadera lucha; en transformar el presente, no en querer borrar y aniquilar el pasado.
Así que, querida Pe, espero que me perdones el atrevimiento de enmendarte la plana (seguro que tienes un disgustazo ahora mismo, pensando que me he enfadado contigo 😂). No es nada personal, de verdad, pero, antes de correr por hay, dándonoslas de nada, hay que plantearse si nos va el papel. Tú, como actriz, sabrás de lo que hablo. Igual una mujer que ha explotado su imagen de chica sexy, paseándose por las pantallas de medio mundo interpretando papeles que no siempre han destacado por su inteligencia y colgándose de la fama de sus poderosos novios, no es mejor ejemplo para el movimiento feminista que la infeliz Cenicienta.