Hala, así, nada mas comenzar, lo dejo claro. Vamos, Adriana, tú aniquila el factor sorpresa sin compasión. Si es que soy autora de romance, y del que crea caries de tanta azúcar como desprende en cada página. El suspense no es mi fuerte, lo admito humildemente. Ni siquiera se me da bien lo de guardar en secreto las fiestas de cumple sorpresa. Sufro mucho cuando veo al pobre cumpleañero todo tristón porque cree que los demás nos hemos olvidado de su día. En serio, ¡lo paso fatal! Así que no me vayas a involucrar nunca en algo así, ¿vale? 😛
Bueno, a lo que vamos.
Debuté como escritora con Harper Collins (Harlequin Ibérica) y, además de estar tremendamente agradecida por la oportunidad que la editorial le dio a una novata, completamente desconocida en el medio como lo era yo en esa época
―y sigo siendo a día de hoy, pero ya un poquito menos, ¿no?
― también lo estoy por el trato recibido. Ya sabes lo que se dice,
«es de bien nacidos ser agradecidos
», y yo vivo empeñada en hacer que los dolores de parto que mi madre padeció para traerme al mundo no fueran en vano. Sin embargo, y a pesar de que como he dicho no tengo queja ninguna, para mí, la autopublicación es la mejor opción para todo escritor. Al menos, la mejor de las formas que he probado hasta la fecha. Me refiero, concretamente, a la que se hace mediante Create Space pues, además de que la plataforma da todas las facilidades imaginables para la creación de libros, tanto en formato físico como electrónico, garantiza un resultado final de calidad. Y ofrece presencia en un mercado al que todos recurrimos y podemos acceder desde cualquier parte del mundo. Amazon es el gran escaparate del siglo XXI.
Estar presente a lo largo de todo el proceso de creación, hacerlo tú misma; algo tan simple como tener la entera capacidad de decisión sobre la portada, diseñando la "cara" con la que ese sueño que has puesto en palabras se presentará ante el mundo... ¡Wow! Es increíble. Si el vínculo que los que escribimos tenemos con nuestras historias es fortísimo, te aseguro que al encargarte de todo el proceso para sacarlo adelante ese sentimiento se multiplica por dos. Por otro lado, y sin duda este fue el factor principal que me llevó a decidirme por prescindir de editorial cuando publiqué
Una vida contigo... ¡me encanta tener mi ejemplar en papel! Entrar en mi dormitorio y verlo allí, asomado a la estantería, me despierta muchísimas emociones y todas ellas son bonitas.
Precisamente con esta novela estuve tocando la puerta de diferentes editoriales y, honestamente, aceptar una oferta que incluya la impresión en papel de ejemplares de un libro es para pensárselo muy, muy bien. Resulta comprensible, en este punto creo que hay que ser justa con la otra parte y ponerte en su lugar. Ciertamente, asumir los costes que conlleva sacar al mercado un número determinado de copias en papel es dar un salto al vacío. No hay manera de saber sí se recuperará el dinero invertido en la impresión y distribución de la obra. Por eso las condiciones que se imponen al autor a la hora de firmar el contrato son tremendamente duras. He tenido en las manos algún que otro documento que me ha hecho sentir que estaba a un paso de venderle mi alma al diablo,😖 no estoy exagerando. Pero Amazon imprime bajo demanda. Con lo cual, ni empresa ni trabajador
―para ponerlo en términos laborales, que al final es de esto de lo que hablamos
―pierden.
La pregunta obvia, en este punto, sería:
―Entonces, Adriana, ¿vas a seguir usando Create Space para autopublicar tus novelas?
Si me la formulas, te respondo:
―¡Quiero! Pero sigo barajando pros y contras.
Y ahora, siguiendo con este diálogo que me he sacado de la manga, probablemente tú estés pensando:
«¿Contras? Pero si lo has vendido como si fuera el paraíso
».
Pues claro, porque lo es. Para un escritor, sin duda, Create Space es lo más parecido al cielo que puede encontrar en la tierra. Pero hasta en el edén bíblico había escollos, recuerda el manzano del que no se podía probar bocado. Ese por el que Eva y Adán se condenaron y, de refilón, nos condenaron a los demás.
¡Anda que ya les vale a estos dos! Con lo bien que podríamos estar viviendo...
El gran problema que presenta la autopublicación en Amazon, bajo mi punto de vista, es el tema de la publicidad.
En cuanto un escritor pone punto final a su novela deja de ser un contador de historias para convertirse en un vendedor. Esta es la cruda realidad. Y, a mí, que soy una soñadora nata y nunca se me han dado bien las cuestiones mundanas... ¡Uf! No veas si me cuesta el cambio de profesión.
Hay algo indiscutible: sin una buena campaña de publicidad, ninguna novela, por estupenda que sea, se vende. Esto es así. Por mucho que se diga del boca-oreja y te vengan a contar cuentos de Disney sobre cómo el trabajo duro y el talento terminan siendo reconocidos.
En este sentido, encuentro una ventaja que publicar con editorial ofrece sobre hacerlo de manera independiente. No porque estas organicen grandes campañas publicitarias para difundir el trabajo de sus autores. En realidad, en este sentido, la labor que realizan es mínima. La publicidad está reservadas para los grandes nombres, esos que suenan aún en los oídos de los no aficionados a la lectura. Así se garantiza la rentabilidad de la misma. Pero hay montones de blogs y reseñadores que mes a mes están pendientes de las novedades editoriales que se lanzan al mercado. Con lo cual, una historia que salta a la palestra de la mano de una editorial de renombre tiene garantizado un mínimo de publicidad que una autora desconocida difícilmente podrá alcanzar por sí sola.
Por supuesto, en esto entra en juego la habilidad como publicista que cada uno tenga. Si tú eres bueno moviéndote en este campo, mi consejo es claro: no lo dudes, ¡ve por libre! Seguro que te irá genial y, como digo, no hay nada mejor que controlar tu trabajo de forma directa y plena. Yo, por desgracia, tal como mencioné más arriba, no soy nada mañosa con estas cosas.
No es solo que no se me de bien colocarme en primera fila, sino que, además, es algo que siempre he eludido. Eso de tener los focos hacia mi persona, como diría la Pantoja, ni me gusta ni me interesa; más aún, me incomoda. Nunca tuve afán de protagonismo, pero sí un serio problema de pánico escénico.
Para que te hagas una idea, si en vez de ser Adriana Andivia y vivir en el mundo real me hubiera tocado ser Baby, en la película
Dirty Dancing, (🥰 me emociono solo de imaginarlo; ¡cómo me gusta esta historia!)
cuando, en esa mítica escena final, aparece Johnny y, todo macho alfa él, suelta la archiconocida frase:
―No voy a permitir que nadie te arrincone.
Yo le habría respondido:
―A ver, a ver; no te flipes que me he sentado en la esquinita porque aquí estoy mucho más cómoda. Así que, si quieres estar conmigo, búscate un silla y vamos a ver la función del Kellerman tan ricamente. ¡Ah! Y, antes de sentarte, tráete el plato de croquetas.
¿Habrá croquetas en Estados Unidos? Si no tienen... ¡no saben lo que se están perdiendo!
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Escena final de Dirty Dancing que, si llega a ser por mí, jamás habría sucedido.
Teniendo en cuenta el peso que he puesto esta cuarentena, tampoco creo
que Johnny pudiera levantarme así, la verdad. 🙄 |
Me da vergüenza buscar reseñadores, lo paso fatal con las redes sociales y hasta he retirado mis fotos de la única que tengo
―y del blog tambié; ahora, como ves, el que te saluda es MinHo. Y bien contento que esta por ello, a este pedazo de felpa sí que le gusta figurar 😛
―, lo de alternar en encuentros de Novela Romántica no va conmigo y en cuanto a hacer presentaciones de mis trabajos...
He contado, en alguna otra ocasión, que cuando me llamaron para comunicarme que
El cielo de Bangkok había sido premiado con una mención especial en el premio HQÑ yo estaba en una clase. Recuerdo, perfectamente, que después de contar la noticia a mis compañeros, una de ellos
―una chica encantadora, que se llamaba Rocío
―, sugirió con muchísima ilusión:
―¡Ahora tendrás que hacer una presentación!
A mí, al oírla, se me encogió el ombligo y respondí con un escueto y aturrullado:
―No...
Como un niño que espera la inminente llegada de un hermanito o hermanita y un mayor le dice que, cuando llegue el bebé, tendrá que compartir sus juguetes con él. ¡Ni siquiera me había planteado la posibilidad y no me gustó en absoluto!
Este es el problema: mi incapacidad para hacer el trabajo que no tiene que ver con la escritura. Es el único aspecto negativo que le encuentro a la autopublucacion vía Amazón.
Y, aún así, este sistema de trabajo me gusta tanto que ya tengo diseñada la portada para el borrador que estoy corrigiendo. Lo que da a entender que mi corazón no está muy por la labor de entregar mi trabajo a ninguna editorial, pese a que la razón sigue gritándole la ventaja que estás ofrecen a una introvertida como yo. Siento la necesidad de colocar esta novela, aún en proceso, al lado de
Una vida contigo; haciéndole hueco en mi habitación, en ese espacio en el que le he dado forma letra a letra.
La verdad, creo que tendría que haber estudiado Publicidad. Me habría sido más útil que la Historia.