lunes, 24 de febrero de 2020

¿De brújula o de mapa?

Escribir una novela es meterse en un bosque, con todas las implicaciones que el símil sugiere. Mientras desarrollas la trama paseas por encantadores valles colmados de flores y te internas en senderos tomados por la maleza, donde la luz del sol no logra abriese paso entre la penumbra. Esto es algo que cualquier persona que se tome el tiempo para redactar una novela experimenta. Es un hecho. Si no me crees, es que nunca has ejercido la profesión de novelista. Prueba y verás como tengo razón. También entenderás por qué siempre se dice que hay dos tipos de escritores: los que escriben con brújula y los que escriben con mapa, dependiendo de cómo decidas lanzarte campo a través. 


Hace unos días estuve hablando de este tema con una compañera. Estupenda escritora que está comenzando en este mundo tan bonito y, al mismo tiempo, tan descorazonador. A raíz de esa charla se me ha ocurrido escribir este artículo, de modo que gracias por la inspiración, compi. 😉
Lo del mapa y la brújula hace referencia al modo en que preparamos nuestra expedición por páginas y páginas en blanco. Así, los metódicos, aquellos que encuentran en la seguridad de lo preparado la estabilidad que necesitan para crear, y desean saber el número exacto de rocas que van a encontrarse en el camino, son los escritores-exploradores de mapa. Los otros, los que en lugar de consultar la ruta en el plano prefieren buscar el norte para guiarse, moviéndose por el terreno con más libertad y permitiéndose el lujo de ir un poco a la deriva, son los que, como te imaginarás ya, escriben con brújula. 
Pero, ¡ojo! No te dejes engañar, que escribir con brújula no implica sentarse frente al ordenador o el cuaderno y ya; poniendo lo que se te pase por la cabeza al buen tuntún. Nada de eso. Ya seas de brújula o de mapa, se espera de ti profesionalidad y que prepares tu trabajo en consecuencia. El método que elijas deber responder a tu carácter y tu manera de vivir la escritura, no a una tendencia al vaguerio. Si eres perezoso, simplemente no puedes ser escritor. Lo siento, pero es así de simple. 
No te haces una idea de la de veces que me he tenido que tragar las ganas de acostarme antes, levantarme más tarde, quedarme en el sofá viendo la tele o irme a toma un café porque tengo que darle un adelantón a la novela, escribir un artículo o actualizar el blog. Cosas todas estas que reservo para el tiempo libre que me queda después de concluir mis obligaciones. 
No; definitivamente, si quieres ser escritor la pereza es un vicio que debes despegar de tu carácter. ¡Como sea!
Yo soy una escritora de brújula, siempre lo he sido. Desde los primeros relatos cortos que escribí hasta la última novela a la que he puesto punto final. Me gusta enfrentarme a la hoja de papel virgen. Todo lo virgen que puedo estar, claro, porque, obviamente, es necesario haber trabajado la trama previamente esto que quede claro, por favor; siempre, siempre, hay que un trabajo antes de comenzar a escribir. De este modo la vivo más, me sorprendo más y voy conociendo a mis personajes y los ambientes en los que se mueven poco a poco. Es casi como ser una más del grupo de personas que se reúnen en mi historia. 
La verdad, siempre me ha parecido un poco aburrido escribir con mapa. Eso de tenerlo todo tan calculado... ¡Uf! Demasiado mecánico para una mente tan caótica como la mía. 
Sin embargo, te tengo que confesar que me estoy replanteando mis costumbres. Debe ser cosa de la edad, hace un par de semanas me cayó encima un año más. 😔
Como ya te comenté en otra entrada de este blog, no he comenzado este 2020 muy creativa, que digamos. No se trata de un bloqueo. Más bien, estoy desilusionada. Con la vida en general y con la escritura en particular. Y, honestamente, resulta difícil ponerse romántica y soñadora, para zambullirse en una historia de ficción y contarla como si fuera tan cierta como el suelo que pisas, cuando estás sufriendo un golpe de realidad. 
Es por esto que, en espera de que la ñoña que siempre he sido se canse de andar zascandileando por ahí y decida regresar a este cuerpo, y tras comprobar que forzarme a escribir es totalmente contraproducente, he decidido darme un tiempo. Algo para lo que soy terrible, por cierto. Me cuesta desconectar de la escritura. Siempre estoy pensando argumentos, rimando mis emociones para darles forma de poema y buscado temas para posibles artículos. Así que, como te imaginarás, el descanso no está siendo tan descanso como se suponía que lo sería. A escondidas de todas esas personas a las que aseguré que me alejaría de las letras en favor de mi salud emocional, he armado el esqueleto de una posible novela; diseccionado el argumento en capítulos y detallando lo que ocurrirá en cada uno de ellos. Por primera vez, desde que me propuse dedicarme a la escritura profesionalmente, he trazado el mapa de la historia que quiero contar. 
Mi baja laboral aka tiempo de espera hasta que la ñoñez decida regresa a mí― acaba en una semana, el dos de marzo. Si para entonces sigo despojada de mi lado cursi, habré de ir a buscarlo, con la arrabalera que también soy, y traerlo por los pelos. Entonces, te contaré que tal es esto de viajar por la ficción con un mapa en la mochila. Va a ser una experiencia completamente nueva para mí. 

lunes, 17 de febrero de 2020

Cuando me encuentre (poema)

Si un día me encuentro,
a lo mejor te busco.
Te regalo un momento
para que lo hagas nuestro,
mío... tuyo.

Porque, si me hallo,
sé que no estaré en tu mundo.
Andaré vagando a tientas por el mío.
Donde se fija mi norte
y adquiere sentido mi rumbo.

sábado, 8 de febrero de 2020

Filibusteros, corsarios y bucaneros: la piratería en el siglo XXI

Confieso que siempre le he encontrado un punto bastante seductor a la profesión de pirata. Y no creo que sea solo porque he leído un montón de novelas románticas donde el héroe se dedicaba a surcar los mares a bordo de un navío coronado por una bandera con una cadavera y dos tibias cruzadas. No, Gaelen Foley y compañía no son responsables de mi punto de vista sobre este particular. En realidad, pienso que la figura del intrépido corsario es romántica por derecho propio. Porque así lo retrataron ya los primeros románticos. Aquellos que en el siglo XIX enarbolaron sus plumas contra las normas fijadas en la literatura para reivindicar la libertad creativa y el verdadero espíritu bohemio del arte. 
Cómo olvidar La canción del pirata por mencionar solo un ejemplo― de Espronceda:

Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela, 
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín.


De pequeña, me la sabía entera y mira que es laaaarga . Me la aprendí porque la profe de lengua y literatura prometió poner un positivo a quien fuera capaz de recitarla de memoria. Y claro, la niña repipi que fui no podía dejar pasar la oportunidad de ganar puntos. Si hago memoria, creo que todavía la tengo ahí, almacenada en mi disco duro.
Pero eso ahora no viene al caso. 
Hoy vengo a escribir sobre la piratería, pero la modernita. Esta que se ejerce en el siglo XXI. No sé por qué será, pero, como ocurre con casi todo hoy en día, siento que el rol del pirata también ha perdido esencia y, por descontado, ese halo romántico al que me refería al inicio― en esta centuria que estamos deshojando. Que la navegación se haga ahora en red, en este mar seco que es Internet, tiene mucho que ver, bajo mi modesto punto de vista. También es posible que el que me haya convertido en uno de esos barcos susceptibles de sufrir los abordajes influya en mi opinión. No; rectifico: la ha influido completamente. Quitemos el "puede" y cualquier otro vocablo que exprese duda. 
Honestamente, como autora, me fastidia mucho ver mi trabajo colgado por un tercero, al que no tengo el gusto de conocer, en una web de descarga gratuita. Supongo que sobra decir que, el susodicho, no se ha tomado la molestia de contactarme para pedirme permiso antes de usar mi obra. Sé que esto último que acabo de escribir es absurdo, ¿quién va a comunicarse con el autor de una novela para avisarle que piensa piratearlo? Pero, teniendo en cuenta que me he visto cara a cara con gente que me ha preguntado dónde puede encontrar mis libros para leerlos sin pagar sí, sí; esto pasa... pues tampoco veo tan inverosímil lo otro.
¡En esta vida ocurre cada cosa!
Hay muchísimo trabajo detrás de cada novela que sale al mercado, te lo aseguro. Puedo dar fe de ello aún sin haber preguntado a todos los autores de todos los títulos disponibles en la actualidad. Escribir es divertido y satisfactorio, es verdad. Pero también puede llegar a ser muy frustrarte. Es por eso que no me parece justa la desprotección que sufrimos los escritores.
Hay quien justifica la piratería bajo el lema de que, en Internet, todo debería ser gratis. Ok, me parece bien, yo respeto todas las formas de pensamiento. Creo que, en el fondo, en cada una de ellas hay un poso de verdad. Pero, a estos adalides de la liberalidad cibernética, los animo a comenzar por compartir gratuitamente con el mundo aquello que les pertenece. Ser generoso con lo que es de otro resulta demasiado fácil, ¿no?
Pero sé que esta es una lucha perdida. Por desgracia, no hay nada que se pueda hacer contra la violación constante de los derechos de autor. Así que, en realidad, no es este el tema que quiero abordar en esta entrada. A pesar de que he gastado más de la mitad de la misma con el asuntito. 
Es que me enciendo... Y ya no sé cuando parar😅.
De lo que quiero hablar hoy es de una forma de piratería que me resulta mucho más sucia que coger el libro de alguien y subirlo a cualquier portal de descargas. Una que ha florecido al abrigo de plataformas como Wattpad.

Pirata a punto de agenciarse la autoría de Romeo y Julieta para 🤔...
Bueno, ella sabrá qué es lo que quiere conseguir con eso.

Por si no lo conoces, te cuento que Wattpad es un lugar fabuloso. Una espacio para la creatividad en el que muchos escritores comparten sus historias de forma gratuita. Algo así como una red social que conecta a autores y lectores. El novelista va subiendo su trabajo poco a poco y los demás son libres de acceder a su contenido y comentarlo. 
Como digo, me parece una web estupenda y en ella hay autores de muchísima calidad. Pero, desafortunadamente, parece que también ahí se han ido formado asentamientos piratas.
Hace semanas me pasé por el Instagram de la escritora Clara Álbori y encontré una entrada en la que comentaba que una usuaria de Wattpad había cogido una de sus historias y la estaba subiendo haciéndola pasar por propia. Por pura empatía comprendo que, como escritor, pocas cosas hay que te puedan doler más que esto. 
Al parecer esta es una nueva forma de piratería a la que todas las escritoras pequeñas de nombre y fama, que no de talento― estamos expuestas. Y, la verdad, no lo comprendo. Quiero decir que no entiendo por qué alguien cogería el trabajo de otro y lo usaría de un modo que, para colmo, ni siquiera le reporta ningún beneficio económico.
He leído montones de historias que me habría encantado escribir, que han despertado en mí esa envidia sana que te arranca un:
¡Wow! Me lo habría pasado tan bien dándole forma a esto. 
Pero te aseguro que en ningún momento se me ha pasado por la cabeza aprovecharme del anonimato del autor/a de ese escrito para apropiármelo. No le veo sentido. 
Escribir es un acto puramente emocional. Primero, a tu cabeza llega una idea que te encanta. Debe ser así, porque sabes que vas a pasar mucho tiempo narrandola. Luego, cuando te sientas ante la hoja de papel o el ordenador, es cuando empiezas a crear un vinculo con tu trabajo. El entorno en el que sitúas la acción se vuelve un lugar familiar para ti y los personajes... Bueno, de ellos te enamoras. Así de sencillo. 
De este modo, cuando acabas, tienes sobre el papel algo muy tuyo. Algo que te ha hecho tan feliz como miserable durante el tiempo que has invertido en sacarlo adelante, y que estás deseando compartir con el mundo. Creo que, al final, este es el sentimiento que te define como escritor, porque es algo que nunca me ha pasado con una historia escrita por otro. Por mucho que me haya gustado, y aún siendo consciente de que muchas de ellas son infinitamente mejores de lo que yo seré capaz de hacer nunca, me falta ese vínculo.
Así que, sinceramente, no entiendo qué satisfacción puede encontrar nadie en que le comenten algo  que ni ha salido de su imaginación ni tiene forma gracias a sus propias palabras. De verdad que se me escapa el objetivo. 
Hablándolo con unos amigos, el otro día, me dijeron que hacer algo así responde a una cuestión de vanidad. Simple y llanamente. Pero, si esta es la verdadera razón para esta versión perezosa del plagio, yo sigo sin comprenderlo, porque mi ego no se inflaría diciendo que he escrito Orgullo y prejuicio ni leyendo las maravillosas críticas que le hagan a esa novela que... ¡no he trabajado yo! 
Para despedirme, y no seguir dando la tabarra, me gustaría quedarme con dos ideas:

  • Si te gusta escribir... ¡Escribe! Es duro, pero merece la pena. Y si no eres capaz de encontrar  el lado positivo de este trabajo, déjalo. No pasa nada por no ser escritor, hay mil maneras de disfrutar la literatura. Pero, por favor, respeta a quienes aportan su granito de arena para que tengas una buena variedad de títulos entre los que elegir tus lecturas. Si de verdad alguna vez has querido ser autor/a, seguro que entiendes lo importante que son nuestras obras para nosotros.😉
  • Por otro lado, si es verdad que hemos llegado al extremo de utilizar lo que otro ha escrito para ganar likes, comentarios y popularidad ―para mantener viva una red social, que al final todo se reduce a eso― es que la sociedad en la que nos movemos es mucho más vacía y absurda que la de cualquier clan primate. Y que me perdonen los primates por la comparación.

¡Hala!, pues ya está. Ya me he quedado a gusto 😜. 

lunes, 3 de febrero de 2020

Enero (poema)

Enero echó a correr
y yo corrí tras él.
Quise seguirle el paso,
aguantarle el ritmo,
avanzar al compás
impuesto por sus pies.

Enero se ha escapado
y ya no va a volver.
Se llevó con él
los propósitos,
los comienzos...
Las ganas de renacer.