jueves, 25 de julio de 2019

¿Escribimos un haiku?

Si digo que me encanta Asia no estoy aportando información nueva para que me conozcas un poquito más. Qué va, lo he repetido tantas veces ya, y en tantos sitios diferentes, que no te faltan motivos para gritarme:
¡Ya lo sé, tía pesada!
Así que tranqui, que no voy a reiterar ni a explicar otra vez que es por esta fascinación por lo que mi primera novela está ambientada en Tailandia. Tampoco que uno de mis grandes sueños es recorrer el sudeste asiático, descubriendo y aprendiendo de la multitud de culturas que lo conforman. Esta no es una de esas entradas que clasifico bajo la etiqueta "diario", sino de las que van en "taller de escritura de novela romántica". Aunque lo de Novela Romántica sobra aquí, pero la etiqueta ya está creada y sigo aprovechándola cada vez que me dejo caer por el blog para hablar de  técnicas y recursos literarios. De modo que ponte cómod@ y vamos a jugar un ratito con las letras.
¿Apetece el plan?
Te preguntaba en el título de la entrada si escribimos un haiku, y quizás debería comenzar explicando qué es eso.
El haiku es un género poético japonés muy asimilado por los escritores occidentales, a pesar del gran abismo kilométrico y cultural que separan a este lado del mundo de la nación nipona.  Son muchos los autores no japoneses que han escrito haikus. También te cuento que, etimológicametne, la palabra se traduce como "escritura paralela"  (hai) y"línea" (ku). Y que estos poemas están compuesto por un único verso de 17 sílabas. Ni una más, aunque si está permitido que sean un poquito menos. Pero no muchas, ¿eh? Recuerda que el 17 es nuestro número cuando nos convertimos en haijin, o autores de haiku.


Vale, pues si ya tenemos esto claro, pasemos a ver de qué modo se distribuyen estas 17 sílabas.
Primero que nada, debemos saber que los haikus están constituidos por tres versos sin rima. Y estos tres versos se combinan en 5, 7 y 5 sílabas. 

Para que lo asimiles mejor fíjate en este esquema:

Primer verso (5 sílabas)
Segundo verso (7 sílabas)
Tercer verso (5 sílabas)

Más claro ahora, ¿a que sí? Pues pasemos a ver un ejemplo con el siguiente haiku escrito por Matsuo Basho, considerado el padre del género: 

Noche sin luna.
La tempestad estruja
los viejos cedros.

Si descomponemos en sílabas el texto tenemos:

No/che/sin/lu/na. (5 sílabas)
La/tem/pes/tad/es/tru/ja (7 sílabas)
los/vie/jos/ce/dros. (5 sílabas)

Ahora que hemos aprendido la forma, vamos a concentrarnos en el contenido. Porque, ¿de qué hablan los haikus?
Pues estos versos suelen centrarse en la naturaleza, o abordan temas de la vida cotidiana. Podemos decir que su finalidad es captar la esencia de los momentos, por lo que prescinden del artificio al que nos tiene acostumbrados la poesía para centrarse en la sencillez, utilizando palabras fáciles de comprender. La idea es captar una imagen, como lo haríamos al tomar una fotografía. Pero usando palabras en lugar de una cámara. O el teléfono móvil, que va más en consonancia con nuestros tiempos.
En relación a esta idea también hay que señalar que los verbos no son muy relevantes ya que, como hemos dicho, lo que el texto hace es describir, no narrar una acción. Ese es el objetivo, el mensaje a transmitir. Lo que, por otro lado, tampoco significa que tengamos que huir de los verbos como de la peste, no es eso. A ver, que son palabras como las demás; tú sabrás si necesitas de ellos para expresar lo que quieres.
Y no podemos concluir sin explicar el concepto de Kigo. 
¡Vaya palabreja! Pero, ¡¿qué es esto?! Pues nada complicado, en realidad; no te asustes. Por kigo se entiende una alusión, explicita o no, que ponga de manifiesto el momento del año al que hace referencia el haiku. Es decir, esa escena que recoges, ¿es otoñal, veraniega...? Puedes mencionar la estación o el mes. O, simplemente, dejarlo entrever.
Según dicta la tradición, todo haiku debe incluir un kigo. Y, si nos paramos a pensarlo, es lógico. No olvidemos que la naturaleza es el principal tema de estas composiciones poéticas, y que esta está claramente marcada por las estaciones. 
Pues, ahora sí... ¡ya está todo dicho!
Lo cierto es que la teoría no es muy complicada, ¿verdad que no? A mí, al menos, me ha sorprendido en este sentido. Me imaginaba algo mucho más enrevesado.
¿Te atreves ahora a escribir tu propio haiku? Yo he tenido la poca vergüenza de intentarlo la ignorancia, como diría un maestro mío de la uni, es muy osada 😅, te dejo aquí el resultado: 

De los cerezos
se caen los pétalos.
Fútil belleza.

¿Qué te parece? La "ponefaltas" de mi hermana dice que me he saltado a la torera el principio de usar un lenguaje sencillo. Y todo por escribir la palabra fútil ¡increíble! Lo que tenemos que aguantar los artistas😎. Le he recomendado que se compre un diccionario y comience a hablar como Dios manda, ¡hombre, ya!

Por cierto, algo muy importante que se me ha olvidado comentar es que los haikus no tienen título. ¡Hala! Pues ahora sí está todo dicho. 

domingo, 21 de julio de 2019

Me miras (poema)

Me miras y me derrito,
y toda yo me hago agua.
Al contacto de tus ojos
se humedecen mis entrañas.

Y vuelan los míos  a los tuyos,
altivo portal que recibe mis ganas
con una sonrisa torva,
impertinente y pagada.

Me miras y tus pupilas
prenden fuego con mis ganas.
Las que siento por ti, por tenerte
solo un rato entre mis mantas.

Y tiemblo impotente, 
consciente de lo que pasa:
no me has tocado y te siento.
¿Qué sentiré cuándo lo hagas?

lunes, 15 de julio de 2019

No te quiero (poema)

No debí decirlo,
me equivoqué al hacerlo.
Erré al dejar escapar
de mis labios un "te quiero".

Un "te quiero" es cosa simple,
insustancial anhelo. 
El capricho de los ojos
que se esfuma con el tiempo.

No confundí las palabras,
pero fallé el sentimiento. 
No me engañó el diccionario
sino mis pensamientos.

Por eso voy a arreglarlo,
solucionaré el entuerto. 
Haré un tachón en la errata
para expresarme de nuevo. 

Te pareceré una loca. 
Entiendo tu desconcierto.
A lo peor no comprendes.
Me están comiendo los nervios. 😖
.
.
.
Otro día, más tranquila, ya... lo intento. 😓


miércoles, 10 de julio de 2019

La llamada (relato)

No puedo creerlo. Más aún que eso: ni siquiera puedo entenderlo. 
La voz al otro lado del teléfono suena alta y clara, pronunciando palabras en un idioma que conozco bien. Y, aun así, mi cerebro es incapaz de descodificarlas; de despojarlas del terrible significado que esconden. 
Señora Salazar, lamento informarle que hemos hallado el cadáver de su hijo me comunica ese hombre. Lo hace de una manera directa, seca... despiadada. 
Quiero preguntar, exigir que me relate los pormenores. También que me diga si se trata de algún tipo de broma macabra. Pero, además de para recibir, compruebo que mi cerebro ha perdido la capacidad para emitir mensajes en mi propia lengua. 
Seguro que el que está del otro lado de la línea se ha dado cuenta de mi ineptitud, porque se salta mi turno de réplica para pasar a relatarme los detalles igual que si me hubiese leído la mente. 
Lo encontramos esta mañana, en su casa. Aún debemos esperar los resultados de la autopsia, pero todo apunta a que ha sido un suicidio...
¡Piiiii...!
Un pitido afilado e infinito me taladra los oídos. Primero creo que proviene de la línea, que la comunicación se ha cortado. Pero, cuando la oficina empieza a girar como si estuviese subida a un carrusel de feria, entiendo que es mi cabeza la que, otra vez, esta fallando en el cumplimiento de sus funciones más básicas. Ahora, es el equilibrio lo que me da problemas. A tientas me dejo caer en la silla de mi escritorio, incapaz de sostenerme un segundo más sobre mis propios pies. Me desplomo en ella como un peso muerto.
"Muerto".
La palabra adquiere un significado completamente diferente al que tenía solo unos minutos antes. Uno más profundo, infinitamente más doloroso; real. 
Mi vida con Darío pasa frente a mis ojos, como en una película rebobinada a toda velocidad. ¡Qué digo película! Un cortometraje se ajusta más a la realidad. Mi hijo era solo un niño cuando me divorcié y lo dejé al cuidado de su padre. Renuncié a él en favor de mi trabajo. Por aquella época mi profesión lo era todo para mí, y la vida de esposa y madre se me presentaba como una pesada carga que cortaba las alas a mi necesidad de autorealización. 
Prioricé mi tiempo sobre el de mi hijo. Probablemente lo hice por egoísmo, pero también porque estaba convencida de que el mío tenía una fecha de caducidad más próxima que el de él.
No imaginé que se marcharía primero.


* * *

Este texto es el resultado de una práctica propuesta en el curso de escritura al que estoy asistiendo en este momento. El arranque de una novela cuya trama se centra en una madre a la que comunican que su hijo, presunto culpable de violencia de género, se ha suicidado tras asesinar a su mujer. De modo que la protagonista, esta mamá que es una importante mujer de negocios que antepuso el desarrollo profesional a su familia, tiene ahora que hacerse cargo de una nieta adolescente. Todo ello mientras intenta justificar ante la sociedad las acciones de su hijo. En parte, para acallar la culpabilidad que siente al pensar que no estuvo con él mientras se convertía en adulto. 
Una historia ligerita, alegre y para dejarnos un buen sabor de boca, como puedes ver. 😅
No es mi género, no soy una escritora social y el tiempo para la composición de la redacción fue de unos pocos minutos. Aclaro todo esto porque, la verdad, no es el escrito del que más orgullosa me siento. Al igual que la señora Salazar, yo también me estoy justificando.
He hecho mi mejor esfuerzo y he aquí mi propuesta para abrir la historia. Ahora, tú decides si merezco que me apedreen o no. 😜