lunes, 31 de diciembre de 2018

Por favor, 2019, se bueno conmigo😓

A 2018 le di la bienvenida con alegría, entusiasta; decidida a hacer de él el año de mi vida. Y es raro, porque no acostumbro a ser la persona más animada en Noche Vieja. Siempre me entra la morriña y una cierta tristeza por lo que se deja atrás, los objetivos que no he cumplido y, sí, por hacerme más vieja también. Precisamente por eso tenía tan altas expectativas puestas en este año que ahora agoniza. Si tanto me había cambiado el que es mi humor habitual en tan señalada fecha sería porque me aguardaba algo bueno y mi instinto lo notaba, ¿no?
De entrada, debo decir que no me defraudó. Este 2018 que ya es casi pasado he retomado mi soñada y durante tanto tiempo dejada de lado faceta de escritora. No solo he publicado una novela, sino que en estos doce meses no he parado de derramar tinta sobre el papel. A pesar de ello, si hago balance el peso se decanta estrepitosamente del lado de la tristeza. Sin temor a equivocarme puedo decir que 2018 ha sido el peor año de mi vida. Lo es porque, pese a permitirme recrearme en mi sueño, también me ha hecho vivir la peor de las pesadillas. Nunca olvidaré que este año mi madre fue diagnosticada de cáncer de pulmón, que esta enfermedad la fue apagando y que, al final, murió a manos de lo que se suponía que iba a salvarla: la quimioterapia. Todo en cuestión de meses, de manera fulminante y pillándonos a todos por sorpresa. 
Mi madre me dijo adiós el pasado 23 de octubre, y con ella se llevó una parte de mí que no podré recuperar nunca. Por más que la busco, ya no está dentro de mí. 
Así que hoy vuelvo a estar exactamente igual que hace 365 días, deseando dar la bienvenida al año nuevo. Solo que de un modo muy diferente, sin júbilo y con mucha cautela. No voy a cometer otra vez el error de esperar algo maravilloso de 2019. No será un año increíble, no podrá serlo porque es el primero que viviré sin la que ha sido la persona más importante de mi vida. La que más he querido, la que más me ha querido a mí. Mi pilar en todos los sentidos. Tan solo espero que sea tranquilo, que no me dé disgustos y que me sirva de punto de partida para la que será mi nueva existencia a partir de ahora.
Así que, por favor, 2019, te lo pido de corazón. Vamos a ser amigos y a llevarnos bien. Será porque estoy sensible, pero ahora necesito más que nunca ser tratada con sutileza.

martes, 25 de diciembre de 2018

A un conejo de peluche (poema)

Tiene el cuerpo peludito
y dos botones de ojuelos. 
Rellenito de algodón
se me hace más que tierno.

Enganchado de mi bolso
no se ha perdido un evento;
vino al cine, al teatro
y hasta algún que otro duelo.

Era solo un souvenir
de un país extranjero,
pero a fuerza de lealtad
ahora es mi compañero.

Y sé que soy una loca,
porque solo es un muñeco,
pero en su corazón de foam
me ha guardado mil secretos.

Conejito de peluche,
mi MinHo blandito y tierno.
Aunque no hablas sé que escuchas,
por eso te digo "te quiero".


Este de la foto es MinHo, Lee MinHo (si, el nombre no es casual 😊), un buen amigo. Lo conocí en Namdaemun, durante mi estancia en Seúl. Fue en flechazo. Tengo debilidad por lo cute y, ¿acaso has visto algo más cuqui que él? Desde ese día no nos hemos separado. Adoro este peluche-llavero XL, de algún modo me hace sentirne menos sola cuando estoy lejos de casa y, si es que alguna vez no lo llevo conmigo (los días de lluvia o especialmente húmedos no sale, se le encrespa el pelo cosa mala) no falta quien me pregunte por él. Se ha convertido en un personaje con identidad propia 😛.
En fin, hoy es Navidad; si hay una fecha  para sacar a pasear nuestro lado más infantil es esta. El mío ya ha quedado al descubierto. 

jueves, 20 de diciembre de 2018

Feliz Navidad, próspero año nuevo y todas esas cosas que toca decir en estas fechas

Tras dos meses sobreviviendo al bombardeo televisivo de películas en las que la vida de los personajes se soluciona por obra y gracia de la mágia de diciembre, el hilo musical a base  de villancicos de los centros comerciales y la imposibilidad de obviar la incitación a comer sin medida, ya tenemos encima la Navidad. Ahora sí, de pleno derecho. No es mi época favorita, como se habrá notado, y este año particularmente. Van a ser las navidades más tristes de mi vida. Pero el mundo no gira en torno de mí, mis necesidades y preferencias y lo que toca es dar y recibir felicitaciones a todos nuestros conocidos. No podía olvidarme de ti, que durante este año me has acompañado,  visitándome de tanto en tanto en mi casita en Internet 😉. Mil gracias por ello y, claro, que tengas una feliz Navidad y que 2019 sea un año para recordar. Por cosas buenas, eso sí.

viernes, 14 de diciembre de 2018

Todo lo que quiero por Navidad es una historia...O dos, o tres...

A poco más de una semana para Navidad... ¿y tú aún no sabes qué pedirle a Papá Noel? Pues aquí estoy yo para solucionarte la duda 😎. ¡Por partida doble! Así que atent@. Pon atención que no todos los días te trae un regalo un señor de traje rojo y barba blanca. 
Primero, ¿qué te parece pedir un cuento de hadas, un sueño cumplido y la valentía para vivir la vida del modo en que siempre quisiste hacerlo?


O, si no, ¿qué tal un amor prohibido en un escenario exótico, lejano y peligroso?


Y, todavía mejor, ¿por qué no las dos cosas? Puestos a pedir...
La tercera es la mejor opción, no lo digo por nada 😞. Ya se sabe que lo bueno siempre se deja para el final. 
Ya que me he hecho la publicidad, te dejo que sigas con tu carta. Usa bien la ortografía, que esto no es Whatsapp. Una última recomendación antes de irme, y ahora soy completamente seria: esta Navidad, regala historias. Da igual si las he inventado yo u otro autor, esta vez no estoy haciendo propaganda. Sencillamente, estoy convencida de que una novela siempre será la forma más directa de entregar un sueño a los que amamos 😉

P.D.: Mucho Papá Noel, pero yo sigo siendo más de los tres Reyes Magos.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Mensaje en una botella (ejercicio de escritura)

Los ejercicios de escritura creativa son una enorme ayuda para todo escritor/a. No solo porque sirven de disparadero cuando nos encontramos sufriendo uno de los fastidiosos bloqueos y, en ocasiones, hasta se convierten en origen de textos más largos. Lo más importante es que nos ayudan a trabajar, depurar y mejorar determinados aspectos de nuestra narrativa. 
Este que se llama Mensaje en una botella me gusta especialmente porque trabaja la emotividad, un cualidad muy importante en la escritura de todo autor. Una historia no se sustenta solo en hechos, si no transmite sensaciones se queda vacía. En fin, regresando al tema, que me desvío. La dinámica consiste en imaginar a un personaje que ha perdido un ser querido en un naufragio. Para poder despedirse de aquel/lla a quien ama le escribe una carta y la lanza al mar metida en una botella. La tarea del escritor será dar voz a este personaje redactando su mensaje en primera persona. 
Y esto es todo. Sencillo, ¿verdad? Y muy bonito, es un ejercicio precioso y muy gratificante. Así que ya explicada la premisa, y sin más dilación, lanzo mi mensaje al mar. A ver qué os parece.


Amor mío:

Nunca fue difícil encontrar qué decirte, llenar los silencios que jamás fueron incómodos entre tú y yo. Pero esta carta es diferente. Lo es porque sé que, para llegar a ti, debería recorrer una distancia infinitamente más amplia que el océano. También porque tengo la necesidad de condensar en ella todo lo que eres para mí. Una condición demasiado grande y otra imposiblemente pequeña coartando la naturalidad que siempre dominó nuestros momentos juntos. 
¿Cómo hacerlo bien? Por más que pienso sé que no hay manera de estar a la altura.
Aquella mañana, en el puerto, cuando agité mi mano en el aire, no fui consciente del profundo significado que tenía ese adiós. Creo que tú tampoco lo fuiste, porque sonreías con una despreocupación idéntica a la que yo sentía. Ninguno preveyó que esa sonrisa se volvería inolvidable para mí. El último recuerdo, el final; la cubierta de un libro que se cierra concluyendo una historia. Una a la que los dos augurábamos muchos capítulos por leer. 
Por esto tengo la impresión de que no supe aprovechar nuestro tiempo juntos. La seguridad de tener un mañana, de que siempre habría uno, acomodó mis sentimientos. Nunca te demostré lo que eras para mí, jamás te di el lugar que merecías sobre todo lo demás. Por eso me mata la duda de si llegaste a saber lo importante que eras, porque por más que quiera consolarme sigo pensando que no. Ni siquiera lo habrás sospechado. 
No hay ningún momento especial, ningún recuerdo al que desee volver. No puedo anteponer una vivencia sobre las demás porque todas fueron únicas. El tiempo que pasé a tu lado fue maravilloso; lo fue en el día a día, sin necesidad de ningún aliciente extra. 
Ahora debo dejarte ir; lo sé, me doy cuenta de que no puedo vivir anclada en tu recuerdo. Seguiré adelante con mi vida, tal y como lo hacía antes de ti. Dormiré, comeré, me levantaré cada mañana y caminaré por las calles que han servido de escenario a mi vida. Y sonreiré. Sí, también sonreiré. Sé que llegará el día en que la sonrisa me salga sin tener que forzarla. Pero en el fondo de todas ellas estarás tú. 
Tras cada paso que de...
Tras cada sueño de cada noche...
Tras cada mañana soleada y cada tarde de lluvia...
Tras cada reacción y cada momento que viva en adelante estarás tú, porque lo que el tiempo que hemos pasado juntos no se borra; ni toda el agua del océano más profundo podría hacerlo. Es por eso que, aunque en este momento suelto tu mano y te dejo libre para vagar entre las olas, una parte de ti se queda conmigo. Esto es algo que ninguno de los dos puede evitar. 

Marcha libre.