Los ejercicios de escritura creativa son una enorme ayuda para todo escritor/a. No solo porque sirven de disparadero cuando nos encontramos sufriendo uno de los fastidiosos bloqueos y, en ocasiones, hasta se convierten en origen de textos más largos. Lo más importante es que nos ayudan a trabajar, depurar y mejorar determinados aspectos de nuestra narrativa.
Este que se llama Mensaje en una botella me gusta especialmente porque trabaja la emotividad, un cualidad muy importante en la escritura de todo autor. Una historia no se sustenta solo en hechos, si no transmite sensaciones se queda vacía. En fin, regresando al tema, que me desvío. La dinámica consiste en imaginar a un personaje que ha perdido un ser querido en un naufragio. Para poder despedirse de aquel/lla a quien ama le escribe una carta y la lanza al mar metida en una botella. La tarea del escritor será dar voz a este personaje redactando su mensaje en primera persona.
Y esto es todo. Sencillo, ¿verdad? Y muy bonito, es un ejercicio precioso y muy gratificante. Así que ya explicada la premisa, y sin más dilación, lanzo mi mensaje al mar. A ver qué os parece.
Amor mío:
Nunca fue difícil encontrar qué decirte, llenar los silencios que jamás fueron incómodos entre tú y yo. Pero esta carta es diferente. Lo es porque sé que, para llegar a ti, debería recorrer una distancia infinitamente más amplia que el océano. También porque tengo la necesidad de condensar en ella todo lo que eres para mí. Una condición demasiado grande y otra imposiblemente pequeña coartando la naturalidad que siempre dominó nuestros momentos juntos.
Nunca fue difícil encontrar qué decirte, llenar los silencios que jamás fueron incómodos entre tú y yo. Pero esta carta es diferente. Lo es porque sé que, para llegar a ti, debería recorrer una distancia infinitamente más amplia que el océano. También porque tengo la necesidad de condensar en ella todo lo que eres para mí. Una condición demasiado grande y otra imposiblemente pequeña coartando la naturalidad que siempre dominó nuestros momentos juntos.
¿Cómo hacerlo bien? Por más que pienso sé que no hay manera de estar a la altura.
Aquella mañana, en el puerto, cuando agité mi mano en el aire, no fui consciente del profundo significado que tenía ese adiós. Creo que tú tampoco lo fuiste, porque sonreías con una despreocupación idéntica a la que yo sentía. Ninguno preveyó que esa sonrisa se volvería inolvidable para mí. El último recuerdo, el final; la cubierta de un libro que se cierra concluyendo una historia. Una a la que los dos augurábamos muchos capítulos por leer.
Por esto tengo la impresión de que no supe aprovechar nuestro tiempo juntos. La seguridad de tener un mañana, de que siempre habría uno, acomodó mis sentimientos. Nunca te demostré lo que eras para mí, jamás te di el lugar que merecías sobre todo lo demás. Por eso me mata la duda de si llegaste a saber lo importante que eras, porque por más que quiera consolarme sigo pensando que no. Ni siquiera lo habrás sospechado.
No hay ningún momento especial, ningún recuerdo al que desee volver. No puedo anteponer una vivencia sobre las demás porque todas fueron únicas. El tiempo que pasé a tu lado fue maravilloso; lo fue en el día a día, sin necesidad de ningún aliciente extra.
Ahora debo dejarte ir; lo sé, me doy cuenta de que no puedo vivir anclada en tu recuerdo. Seguiré adelante con mi vida, tal y como lo hacía antes de ti. Dormiré, comeré, me levantaré cada mañana y caminaré por las calles que han servido de escenario a mi vida. Y sonreiré. Sí, también sonreiré. Sé que llegará el día en que la sonrisa me salga sin tener que forzarla. Pero en el fondo de todas ellas estarás tú.
Tras cada paso que de...
Tras cada sueño de cada noche...
Tras cada mañana soleada y cada tarde de lluvia...
Tras cada reacción y cada momento que viva en adelante estarás tú, porque lo que el tiempo que hemos pasado juntos no se borra; ni toda el agua del océano más profundo podría hacerlo. Es por eso que, aunque en este momento suelto tu mano y te dejo libre para vagar entre las olas, una parte de ti se queda conmigo. Esto es algo que ninguno de los dos puede evitar.
Marcha libre.
Tras cada paso que de...
Tras cada sueño de cada noche...
Tras cada mañana soleada y cada tarde de lluvia...
Tras cada reacción y cada momento que viva en adelante estarás tú, porque lo que el tiempo que hemos pasado juntos no se borra; ni toda el agua del océano más profundo podría hacerlo. Es por eso que, aunque en este momento suelto tu mano y te dejo libre para vagar entre las olas, una parte de ti se queda conmigo. Esto es algo que ninguno de los dos puede evitar.
Marcha libre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario