miércoles, 14 de marzo de 2018

"El cielo de Bangkok", cinco años después (breve balance de mi truncada carrera literaria)

Hoy es un día especial, grande... ¡A conmemorar! No para la historia de la humanidad, pero sí para la mía personal, que se entenderá que me afecte más. No es por desmerecer a la caída del muro de Berlín o la invención de la penicilina, pero creo que la mayoría convendrá conmigo en que son las pequeñas hazañas que conseguimos, nosotros y aquellos a los que amamos, las que marcan nuestra exitencia. Y resulta que un día como hoy, de hace ya cinco años, ¡vió la luz mi primera novela!


Una vez alcanzado este logro que significó muchísimo para mí, me retiré, que quedé muy cansada de la experiencia😛. 
Hablando en serio, sé que cinco años es bastante tiempo. Demasiado, para alguien que aspira a tener una carrera como escritora. Me he preguntado a menudo si no dejé escapar mi oportunidad de oro. Después de que una editorial apostase por El cielo de Bangkok para incluirlo en su catálogo, ¿no  se supone que debería haberme esforzado para seguir publicando y conseguir así que mi pluma se abriese paso en este mundillo tan difícil? La lógica me dice que sí, pero la realidad fue que dejé de escribir. No de una manera literal, ¿qué sería de mi tiempo libre sin los cuentos y poemas en los que gasto la mayor parte de él? Pero sí, digamos, con miras profesionales.
No puedo dar una razón de por qué reaccioné a lo que debería haber sido una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida de un modo tan negativo. Y, a pesar de ello, siento que tuve muchos motivos para actuar como lo hice. Algunos tontos y otros de peso, dependiendo de cómo los mire. 
Pero más allá de las justificaciones que pueda dar, a los demás y a mí misma, lo que me pasó fue que no estaba preparada para ser escritora. Puede sonar tonto, pero todo en esta vida requiere de estar lista para ello. Para tener pareja, para el sexo, para emanciparte y hasta para una cosa tan insignificante como saltarse la dieta. Eso marca la diferencia entre darse un homenaje de grasas saturadas y quedarse tan a gusto o que te remuerda la conciencia por el tiempo y sacrificio que has tirado a la basura (sí, sí; disimula y mira a otro lado, como si a ti no te hubiese pasado nunca 😈).
Yo sé ahora que en 2013 tenía de todo para ser escritora: ilusión, ganas, tiempo, entrega... Pero me faltaba fuerza para asumir el reto que supone compartir tus historias con más gente. ¡Qué raro se hace leer a extraños opinando de lo que surgió tan íntimamente como una fantasía! 
No te equivoques, que no estoy culpando a nadie de lo que es solo responsabilidad mía. Por inmadura, demasiado tímida y excesivamente sensible. Así era yo en ese pasado no tan lejano. ¡Ay, juventud! Qué cosa tan bonita y tan tonta eres. 
Aún soy joven, ¿eh? Pero, como todos,  he envejecido en estos años. Y he de decir que, para mi sorpresa, lo de ser treintañera no es tan chungo como me parecía a los veinte. Se pierde colágeno y elasticidad, vale, pero se gana una visión de la vida más divertida y relajada. Lo que piensen los demás a perdido perdido peso y lo que yo quiero lo ha ganado. Es por eso que siento que, esta vez, ¡¡¡SÍ!!!😀

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