jueves, 26 de septiembre de 2019

El guión de diálogo

El maldito guión de diálogo. Así es como me habría gustado titular esta entrada. Pero, no es plan de ir faltando el respeto por ahí, no señor. Eso no está bien. Y, menos, cuando la condenada rallita de marras va a ser la invitada especial de hoy. A ella va dedicado el post, con todo mi cariño. 😒
Por si eres profanx en esto de la escritura, voy a empezar presentando a nuestra protagonista. Que no se diga que soy mala anfitriona. El guión de diálogo, como su propio nombre indica, es esa pequeña línea que precede a las intervenciones de los personajes en un texto. O, lo que es lo mismo, la que indica al lector que estos han tomado la palabra.


Ejemplo: Te dije que él no vendría. 

Hasta aquí, todo muy fácil. ¿Verdad? Seguro que no te estoy revelando nada que no supieras ya.

Pues no, nada más lejos de la apariencia. Para empezar porque, deja que te diga, que no cualquier ralla vale para introducir un diálogo. Concretamente, la que aparece dibujada en el teclado (guión corto) no sirve. ¿Y esa que a veces nos genera Word, de forma automática? (guión medio) Pues tampoco. 
El correcto, el apropiado, el que debes utilizar si no quieres quedar como un pardillo cuando mandes tu manuscrito a las editoraiales, es el guión largo. Sin más. Este es el gramaticalmente correcto a la hora de marcar la intervención de alguién.
Vale, y, ¿dónde lo encontramos? Porque, si el corto lo tenemos en el teclado, y el medio sale solo con un poco de ayuda de Merlín... El largo...
No te canses, deja de buscarlo. Ponerlo ahí, a la vista de cualquiera, habría sido demasiado fácil. Le quita emoción. Para hacer la vida del escritor un poquito más interesante, los señores diseñadores de los procesadores de texto han decidido proponernos un juego. Uno parecido a la búsqueda del Santo Grial: la búsqueda de nuestro guión largo/guión de diálogo. 
En realidad, dónde esté depende mucho del ordenador que estés utilizando e, incluso, del software. Generalmente, hay dos caminos para llegar a él:

  1. Ve a la barra de herramientas de tu procesador de texto (que está en la parte superior de la pantalla), busca la pestaña "insertar". Aquí te aparecerá un submenú en el que encontrarás el apartado "símbolo". Ahora, coge las gafas de bucear y zambúllete en en él. Se supone que aquí deberías encontrar el guión correcto para hacer a tus personajes hablar.
  2. Esta es mi favorita. También viene de la mano de Merlín, es un encantamiento. Coge tu barita mágica (si no tienes, los dedos también valen) y teclea el código Alt+0151, con el teclado numérico activado. 
Siguiendo una de estas dos vía llegarás al lugar adecuado. Aunque, ¿quién sabe? También es posible que no des con lo que buscas. A mí me ha pasado. 
En fin, lo de utilizar el guión correcto para introducir diálogos es algo que aprendí pronto. Cuando escribía El cielo de Bnagkok ya tenía solucionado el asunto. Lo que me ha costado bastante más es aprender a puntuar cuando a mis personajes les da por pasar de mí y toman la palabra. Para ser honesta, esto es algo que acabo de aprender. Lo estoy aprendiendo. En eso ando esta semana. 
Por lo que sé, es un problema común a la mayoría de los escritores. No lo digo para justificar mi ineptitud, sino porque realmente he leído y oído a muchos novelistas quejarse del lío que tienen con las normas de puntuación dentro de los diálogos. 
De este mal común surgió la idea de escribir el post que nos ocupa. Ahora, que me he convertido en una maestra en la materia, voy a compartir mi sabiduría con el pueblo llano😋 . 
Primero de todo, como ya sabemos cuál es el guión que debemos usar (el largo, siempre el largo, que no se te olvide) y dónde encontrarlo (con un poco de ayuda de los astros), tengamos en cuenta que no solo las palabras de los personajes van precedidas por él. También se usa para introducir todas las aclaraciones que, como narradores, queramos hacer sobre la actitud o apariencia del que está hablado. 

Ejemplo:  Te dije que no vendría exclamó María. 

Cuando, tras este pequeño inciso que hemos hecho, el personaje retoma la palabra, volvemos a colocar otro guión. Dejando la aclaración del narrador encerrada entre ambas líneas. 

Ejemplo: Te dije que no vendría exclamó María―. Es un cabezota.

Sin embargo, cuando la aclaración que hace el narrador no comienza por un verbo de habla (dijo, exclamó, comentó...), como hemos visto en el ejemplo, el punto que marca la aclaración del escritor se coloca antes del guión, y no después. 

Ejemplo:Ya te he dicho que no quiero hablar del tema. ―Ana se dio media vuelta y dejó a Julián plantado en mitad de la calle. 

Es fácil. Pero, créeme, se complica. Lo hace en el momento que también las frases lo hacen. Cuando personaje y narrador se suceden para mostrar al lector lo que está ocurriendo (lo que hace, siente, piensa o ve el que habla, mientras habla). Pero, por hoy, lo voy a dejar aquí. El resto, lo abordaremos en otra entrada. Hasta entonces, practica con esto.😜
Yo también lo haré. Corregiré mis textos y me flagelaré con la vergüenza que siento al pensar en esos otros, los que andan vagando por editoriales. Sin que pueda ya remediar los muchísimos errores que cometieron mis personajes al hablar (la culpa es de ellos, no mía). Las manos a las que esas aberraciones han llegado... Deben estar alucinando. 

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